WILFRIDO
CAZARES MONÁRREZ Y SU SOCIO LUCIO MACHO DESCUBREN
LA FAMOSA
CHOYA DE LA MINA DE SANTO DOMINGO
Una fría tarde del invierno del año de 1938, en un
pequeño pueblo del estado de Durango llamado Sauces, estaban dos amigos
discutiendo acerca del trabajo que debían efectuar esa tarde.
Pero tienes que levantarte
Wilfrido porque no podemos parar la tauna mañana o no tendremos para comer ni
tampoco nuestras familias, necesitamos ir ahorita a la mina a traer metal, así
es que levántate de esa cama y te tomas una taza de gordolobo y nos vamos. Pero
es que estoy muy malo Lucio siento el cuerpo cortado, porque me agarró la gripa
muy fuerte y si me levanto puede darme una pulmonía, así que mejor no le busco.
Bueno pues entonces ahí quédate; pero yo si me voy haber que le avanzo al
trabajo, nada mas préstame las barras para barrenar y los cabos de vela, quien
quita y pueda tirar dos curras para molerlas, y como quiera sacamos dos gramos
de oro.
Y el teniente coronel Lucio
Macho de la séptima brigada de infantería republicana con cuarteles en Madrid,
se fue algo enojado con su compa Wilfrido Cázares Monárrez, y apresurado tomó
las herramientas que necesitaba, y se dirigió al cerro de las minas ubicado a
poca distancia del pueblo de Sauces, caminó por un angosto sendero a la orilla
de un riachuelo y al poco andar llegó a la mina Santo Domingo en donde él y
Wilfrido explotaban una veta de mineral aurífero; dicho metal lo molían en una
tauna, movida por una mula y de este extraían diariamente unos pocos gramos de
oro, que apenas les alcanzaba para medio comer.
Lucio prendió un cabo de
vela y en su débil luz se dirigió al interior del socavón donde pronto llegó a
la frente donde sacaban el mineral, tomó una de las barras y empezó a
golpearlas con un pesado martillo, lentamente la herramienta penetraba en el
duro metal de la veta girando la barra y golpeando, girando y golpeando.
El teniente empezó a
recordar su vida anterior en su patria; en España había participado en muchas
batallas contra tropas Franquistas, y al principio saborearon la victoria en
varias ocasiones, hasta que la incesante ayuda de Mussolini de Italia y Hitler
de Alemania, consistente en soldados y material de guerra, hicieron imposible
el triunfo del ejercito republicano por lo que en la primera ocasión que
tuvieron él y su hermano Benjamín subieron de polizones en un barco hacia Cuba
de donde finalmente fueron a dar al estado de Durango, en eso estaba pensando
cuando de pronto la barra se hundió de golpe; desconcertado acercó la vela para
ver que había pasado; esta le quemó el dorso de la mano y sin pensarlo la aventó
por el suelo.
Maldiciendo su mala suerte y
la falta de dinero que no les permitía comprarse una de las flamantes lámparas
de carburo que había visto en una feria de Torreón y con la cual se le habría
facilitado grandemente su trabajo, empezó a tentalear en el suelo hasta que
encontró el pedazo de vela; la encendió y entonces pudo ver la barra hundida
hasta la empeñadura, totalmente enterrada, trató de sacarla con la mano pero no
pudo, entonces la golpeó con el
martillo finalmente sacándola; inmediatamente empezó a chorrear una arenilla
color rojo oscuro que empezó a formar un pequeño montón en el piso, asombrado
Lucio se quedo viendo lo que estaba saliendo por el agujero... al fin reaccionó
y tomando un puño de minerales se lo echó en el bolsillo y se dirigió a la
salida de la mina y llegó al riachuelo y con una cuchara de cuerno lavó un poco
de la arenilla; inmediatamente observó el ansiado polvo de oro en el fondo de
la cuchara, corriendo lo mas aprisa que pudo se dirigió al pueblo y llegando a
la casa de Wilfrido toco la puerta fuertemente y lo llamó con voz fuerte,
cuando este salió Lucio le enseñó la cuchara con la arenilla, Wilfrido la llevó
a un rincón donde tenia una placa de fierro donde remolió el mineral y echando
el polvo en la cuchara hizo una tentadura, observando el oro asentado en el
fondo, muy contento exclamo: ¡oye Lucio parece que nos hemos encontrado una
choya , Lucio este metal parece que tiene un medio kilo de oro por tonelada! ¿y
que vamos hacer Wilfrido comenzamos mañana a acarrearlo?. No Lucio no podemos
dejar sola la mina ni un segundo vamos a llevar unos picos para ensanchar la
entrada a ver si es choya grande y mientras tu cuidas el metal, yo hablo con mi
primo Enrique en Santa Maria del Oro, para que nos acarree en su camión los
viajes que salgan, para ir a venderlos en Torreón a la fundadora Peñoles.
Cuando Wilfrido llegó con
Enrique Monárrez Amaya este le hizo ver las dificultades que había para poder
vender el metal en la fundadora. Claro que yo te llevo los viajes pero tu no
tienes contrato en la fundición y para que lo arregles vas a tardar uno o dos
meses, Wilfrido si tu quieres dame chanza de entrar de socio y yo pongo el
camión y el contrato y el dinero que se necesite para empezar a trabajar, pero hacemos
tres partes y yo llevo la tercera parte de las utilidades, Está bien Enrique
pero vamos ya a la mina para preguntarle a Lucio a ver si está de acuerdo. Bien
Wilfrido y si Lucio esta de acuerdo ahorita mismo cargamos el camión y nos
vamos hasta Torreón y que Lucio y gente de confianza se queden cuidando la
mina. Y así fue como se descubrió la famosa choya de Santo Domingo, que duró
casi tres años produciendo metal de alta ley es decir un medio kilo de oro por
tonelada, se calcula que en ese tiempo produjo una riqueza de catorce millones
de dólares a precios actuales.
DON LORETO
MONARREZ HIJO MAYOR DE NORBERTO MONÁRREZ ECHEVERRÍA
INTENTA
CASAR A SU HIJO COLÁS.
En el pueblo de Magistral
del Oro Durango, en el mes de Abril de 1897, un ventoso día ya por la tarde,
estaba Don Loreto Monárrez mirando pensativo a su único hijo Nicolás de 23 años
de edad, que jugaba a las canicas, hincado en el polvo del patio de su casa; y
asombrado le decía: ¿así que de veras quieres casarte Nicolás?, si tata me
quiero casar con Ramoncita la que es hija de tu compadre Silvano. ¿Pero tu ya le dijiste algo Nicolás, ya
hablaste con ella?, dime si ella ya está de acuerdo contigo para casarse. Yo
creo que si tata, ayer le dije que estaba muy bonita y se rió conmigo, yo creo
que si me quiere. Don Loreto miro incrédulo a su hijo pero de buen humor le
dijo: mañana Colás, mañana voy hablar con mi compadre silvano a ver si da
permiso para esta boda; pero ya levántate del suelo y sacúdete, porque estás
lleno de polvo. Si tata contesto
Nicolás y miro a su padre con una gran sonrisa, mientras un largo hilo de
saliva salía de su boca hasta caer en la fina camisa dominguera que traía
puesta, y es que Nicolás no estaba bien de la cabeza, mas bien estaba tonto,
pero su padre Loreto lo quería mucho; y Don Loreto era el mas rico minero de la
región Norte del estado de Durango, y El se puso a pensar de que manera le
haría para convencer a su compadre Silvano de la conveniencia de esta boda, ya
viéndolo bien Nicolás ya estaba en la edad de casarse y además sería muy buen
partido para cualquier mujer del pueblo. Y de tanto pensar y pensar, se le ocurrió una solución muy buena para
arreglar el problema y satisfecho se encamino al comedor de su casa, de donde
ya salían sabrosos olores a tamales y
champurrado que despertaron su apetito, y se metió a cenar.
Pues como lo oye compadre
Silvano, mi hijo Colás quiere casarse con su hija Ramoncita, y Yo vengo a
pedirle permiso para el casorio, que me parece sería de mucha conveniencia para
su hija, por lo que enseguida quiero decirle. Y tomando la botella de mezcal de
la Zarca que estaba en la mesa le dio un gran trago y se la paso a su compadre,
que estaba muy atento a lo que decía don Loreto. Silvano le pregunto cauteloso,
¿de que se trata compadre?. Mire compadre Silvano Yo quiero hacer un trato con
usted y su hija; si ella consiente en casarse con Nicolás, después de la boda,
la pesamos usted y yo en una balanza y Yo le doy su peso en oro como dote de
matrimonio. Así que yo creo que no me diría que no. Sabe compadre Loreto yo le
diría horita mismo que estoy de acuerdo, pero Ramoncita es muy necia, así que
tengo que preguntarle que opina del asunto; y oiga compadre, ya me entro la
curiosidad y quisiera saber una cosa: ¿si completaría usted con el oro que
tiene, los 62 kilos que pesa Ramona?. Mire compadre Silvano, a nadie le he
contado esto pero sepa que mi padre Don Norberto, me dejo de herencia mas de
100 kilos de oro y yo he trabajado la mina las coloradas que también me dio mi
padre de herencia, y durante 40 años de trabajo he sacado 10 veces mas oro, y
acuérdese que todo eso será de mi hijo Nicolás; por lo que yo le aconsejo:
¡aviéntese compadre! ¡si compadre! dijo lleno de gusto Silvano, si yo si me
aviento, pero le digo que tengo que hablar con Ramona a ver si la convenzo y mañana le contesto.
El padre fue hablar con su
hija, quien era una hermosa muchacha, muy alta, de pelo rubio y grandes ojos
azules, de cuerpo frondoso y carácter alegre quien escucho lo que su padre le
decía acerca del proyecto del casorio que habían urdido los dos viejos.
Desgraciadamente Ramoncita no quiso casarse con Colás ni por todo el oro del
mundo, y estos planes no pudieron llevarse a cabo.
HISTORIA
VERADERA DE LA CORTA VIDA DEL CAPITAN 1 NICOLAS OLIVAS MONARREZ
Nicolás Olivas Monárrez era
hijo Nicolás Olivas y de Francisca Monárrez Estrada quien a su vez era hija
mayor de Eugenio Monárrez.
Su hijo nació en 1907, y se
crió como todos los muchachos de los ranchos del Norte de Durango que a los 12
años ya eran auténticos caporales y cazadores; cuando tenia 20 años el general
Juan Gualberto Amaya llego a gobernador de Durango y lo invitó a irse con el
como ayudante, y de ahí pa'l real se hizo la carrera del joven Nicolás Olivas
Monárrez.
La larga columna de tropa se
movía apresurada por el desigual camino que lleva de Bermejillo a la Zarca.
Apenas estaba por salir el
sol y ya los soldados llevaban casi dos leguas rumbo al Norte por el basto
desierto del bolsón de Mapimí, y es que llevaban prisa porque un cuerpo del
ejercito al mando del general Joaquín Amaro los seguía de cerca; la columna de
marcha la formaban nueve mil hombres, casi una división completa la comandaba
el general Gualberto Amaya quien en aquellos días había declarado la revolución
contra el gobierno central y se haba adherido a la causa de la junta renovadora
que lideraba el general Gonzalo Escobar.
A Plutarco Ellas Calles le
había ocasionado terrible acceso de rabia la traición de varios gobernadores y
generales, que él pensaba, le eran muy leales. Desde entonces se había dedicado
a mandar contra ellos a sus mejores tropas para aplastar de inmediato las
rebeliones; y cuando supo que el general Amaya también se había levantado en
armas (porque no pudo aguantar la mala manera de gobernar al país de Ellas
Calles, ya que hizo fusilar a varios generales que eran camaradas de armas
suyas).
Entonces ordenó al general
Joaquín Amaro que saliera en campaña al Norte del país, pero conociendo la gran
combatividad de las tropas Norteñas muy bien armadas y mandadas por el general
Amaya, le ordeno al general Amaro que concentrara fuerzas suficientes para
completar un cuerpo de ejercito compuesto por dos divisiones de infantería y
una división de caballería para aplastar rápidamente a las fuerzas del
gobernador de Durango. A éste le llegaron rápidamente dichas noticias ya que en
el Estado mayor del ejército, tenia muy buenos amigos, entonces el general
Amaya decidió movilizarse más al Norte, rumbo al Estado de Chihuahua, donde las
autoridades del Estado eran correligionario s suyos.
Después de un breve descanso, las tropas del
general Amaya continuaron la marcha, hasta al anochecer; rápido fijaron el campamento
y los cansados soldados de Durango después de cenar durmieron profundamente,
protegidos por los centinelas.
Al siguiente día el general
Amaya hizo reunir a sus oficiales del Estado mayor, y a los jefes de las
unidades de su división y les estaba hablando: Señores les hago saber que nos
dirigimos a la ciudad de Jiménez, Chihuahua, ahí nos agruparemos con las tropas
de mi compadre Castorena y ahí entablaremos combate con las tropas de Amaro que
nos persiguen, que ya para entonces irán muy diezmadas y cansadas; se que en
Cd. Jiménez están dos regimientos de infantería y uno de Artillería,. de la
junta renovadora y así que tenemos que llegar de inmediato ahí, pero es
necesario que detengamos dos o tres días al enemigo en el puerto de la cadena,
tendremos que sacrificar uno o dos batallones para salvar a las demás tropas
porque si nos alcanzan las fuerzas de Amaro en el desierto no quedaremos ni uno
vivo; en ese momento un oficial muy joven se levanto de su silla y cuadrándose
ante el general Amaya le dijo: Mi general yo le pido que nos permitan a mi
batallón y a mí detener en la cadena al joto de Amaro y le prometo traerle su
aretito como recuerdo, sonriendo divertido ante la ocurrencia, el general le
contestó: Mira sobrino quisiera complacer tu deseo pero si te pasa algo, me las
veré negras con tu madre y te voy a decir algo; le tengo mas miedo a mi prima
Pancha que a todo el ejercito de Joaquín Amaro, pero ya hablaremos luego y de
todos modos tomaré en cuenta lo que me pides. El capitán 1 Nicolás Olivas
Monárrez saludó muy serio a su tío y se volvió a sentar, y era que el capitán
anhelaba entrar en batalla; ya que tenia mas de un año agregado al grupo de
guardia del gobernador y todavía no le había tocado ni siquiera una escaramuza.
Cuando cayó la noche, la
columna de tropas estaba muy cerca del paso de la cadena. Con rapidez
establecieron su campamento, cenaron y se tiraron a descansar, bien lo
necesitaban y ya por la mañana los batallones designados para defender el paso
tendrían que subir a los contrafuertes de las montañas a ambos lados del
puerto, y cuando el sol apareciera en el Oriente el batallón del Distrito de
Santa Maria del Oro al mando de Nicolás comenzó a desplegarse alrededor del
paso de la cadena con refuerzos del batallón de Cuencamé y la guardia del
gobernador; les fueron asignadas 12 ametralladoras pesadas y 6 cañones de
montaña que se instalaron en la loma de la cadena y mientras tanto el grueso de
las tropas avanzaba hacia territorio Chihuahuense, los soldados que se quedaron
se dedicaron a construir trincheras para aguantar los embates enemigos. Estos
no tardaron en aparecer, por la tarde llegaron las vanguardias de la caballería
de Amaro, e inmediatamente atacaron con furia pero fueron barridas por las
ametralladoras marca Mendoza por lo que retrocedieron a esperar las tropas de
infantería.
En la madrugada atacaron de nuevo y cada regimiento
de infantería que iba llegando lo lanzaban al ataque, a forzar el paso y
también hacían trepar a los soldados Surianos, por las
montañas cercanas a la cadena para apoyar el
ataque, pero en la cima de la montaña los esperaban tranquilamente los
venaderos y los loberos del Tarahumar y Guanaceví que cuando iban a casar un
venado llevaban un solo cartucho, pues era forma que jamás erraban un tiro.
Atacaban los regimenes de Amaro con ventaja de diez a uno pero durante tres
días no pudieron pasar, pues hasta el tercer día por la tarde cuando una bala
bien dirigida hirió de gravedad al capitán Nicolás Olivas Monárrez que ya había
perdido a casi todos sus soldados, fue cuando las fuerzas de Amaro pudieron
pasar por la cadena, pero ya la división del general Amaya se encontraba en el
Estado de Chihuahua.
A la mañana siguiente,
temprano fue cuando un coronel enemigo, acompañado de sus oficiales llego al
campo de batalla, preguntando quien había dirigido aquellas tropas del demonio,
un soldado herido oriundo de Magistral, lo llevo a donde yacía muerto Nicolás,
en un pequeño altozano, donde estaba semienterrada una ametralladora y el
capitán junto a ella y cuenta
este soldado que el coronel se descubrió
quitándose la gorra y contemplo a Nicolás y exclamo:
Pero si este cabrón era casi un niño ¡pero
que valiente! Por algo era capitán 1, y ordenó que no lo sepultaran en la fosa
común, sino que abrieran una tumba para el solo.
MI TIA
FRANCISCA MONÁRREZ ESTRADA HERMANA DE MI ABUELO NORBERTO MONÁRREZ ESTRADA VA A
LA CADENA POR SU HIJO NlCOLAS.
A los pocos días de
terminado el combate del paso de la cadena llegaron unas personas a la casa de
la tía abuela Francisca, hermana del abuelo Norberto. Eran, unos soldados
amigos y paisanos del capitán primero Nicolás Olivas Monárrez comandante del
batallón que había cumplido tan gloriosamente con la encomienda de detener el
avance de las tropas del general Joaquín Amaro y con ello habían dado tiempo a
la división mandada por el gobernador de Durango, general Juan Gualberto Amaya,
de salvar hombres y armamento; gracias al sacrificio de mas de mil hombres que
murieron en el combate, la división habría llegado sin haber sufrido mas bajas,
a la ciudad de Jiménez Chihuahua.
Los compañeros de armas de
Nicolás Olivas Monárrez relataron a mi tía Francisca como fue que su hijo
Nicolás había muerto en combate, y como los jefes enemigos reconociendo su
valor no habían permitido que el cuerpo de Nicolás fuera sepultado en la fosa
común que fue la última morada de los cadáveres de todos los demás
combatientes, si no que debido a su valentía, habían ordenado que Nicolás fuera
enterrado en una tumba especial para el.
En cuanto la tía Francisca
se enteró de los hechos allá en Magistral; y tragándose sus lagrimas de dolor
ante la muerte de su hijo, se puso a organizar inmediatamente el viaje a la
cadena para traer los restos de Nicolás y sepultados en el cementerio de
Magistral, para que estuviera junto a las tumbas de su padre y demás parientes
de la familia.
Mando traer de Parral un
ataúd metálico, el mejor que hubiera en las funerarias de Parral y varios
metros de lienzo doble ancho, así como varias velas y varias cosas necesarias
para la exhumación y el traslado del cuerpo. Rento un pequeño camión de esos de
entonces que tenían llantas de hule sólido, y se pusieron en marcha ella y su
hija Remedios, así como su yerno Jesús Salas Barraza (este era famoso por haber
organizado el asesinato de Pancho Villa seis años antes en Parral Chihuahua).
En cuanto llegaron al pueblo
de la cadena, hablaron con las autoridades del lugar; diciendo que querían
llevarse los restos de Nicolás pero las gentes de ahí se opusieron a que se lo
llevaran, suplicando le a ella que lo dejara ahí, en lugar del combate donde se
cubrió de gloria y dirigió a sus soldados con inteligencia y valor, suplicaron
hasta que por fin convencieron a mi tía Francisca, que se conformo con sacarlo
de la tumba para ponerlo en el ataúd, debidamente amortajado con los lienzos
que llevaban además de rezarle su rosario al que asistió casi todo el pueblo,
vuelto a sepultar pagó para que le pusieran a la tumba una lapida de piedra y
mezcla además de una cruz de cantera y encomendándolo a Dios, lo dejó junto a
sus compañeros de armas, y junto con la gloria que todos ellos se habían ganado
por su heroísmo.
DON OSCAR DE LA
FUENTE QUIEN ESTABA ARRUINADO ENCUENTRA UN ENTIERRO DE
LOS VARIOS QUE DEJO MI TIO LORETO MONÁRREZ
Y REGRESA A TORREON MUY RICO
En el año 1932, un grupo de
mineros de Torreón, arrendó la mina "LA AMARILLA" al tío Enrique
Monárrez.
Trajeron un molino de fierro
de los llamados "MOLINOS CHILENOS" muy eficaces para moler de cinco a
seis toneladas diarias de metal, así que
prontamente organizaron la extracción de metal de la mina "LA
AMARILLA". Y ubicaron la molienda la en el "00 ACRE", donde día y
noche se oía el roncar del motor de vapor que movía las maquinas y el chirrido
de las pesadas ruedas del molino que trituraban el metal hasta dejarlo hecho
polvo.
Cuando el metal ya estaba
bien molido, se habría convertido en una especie de atole, y al cual lo pasaban
por una plancha de cobre recubierto de azogue, que atrapaba todas las
partículas de oro, y de esa manera producían diariamente 200 y hasta 300 gramos
de oro de 22 quilates.
Las ganancias eran buenas, y
los socios trabajaron sin problemas por algunos años hasta que llego el día en
que la veta se agotó pues de 40 y hasta 50 gramos de oro que producía por
tonelada empezó a producir nada mas 3 o 4 gramos, por lo que ya fue incosteable
el negocio. Después de hacer la lucha unos meses con la esperanza de encontrar
otra vez buen metal y sin ningún resultado favorable fueron yéndose a Torreón
uno por uno, todos menos don Oscar de la Fuente, quien prefirió quedarse a
buscar alguna otra mina buena en la región.
Le pidió prestada al tío
Enrique una casa donde vivir y poner una tienda, la cual atendería su mujer,
mientras el buscaba por los cerros alguna veta o hilo para moler metal, pero
tristemente nunca hallo nada, en eso llego la temporada de lluvias del año
1937, que fue un año muy llovedor, y la casa que tenia prestada se convirtió en
una regadera, por tanta gotera que había, entonces le pidió al tío Enrique que
le prestara o rentara alguna otra casa de las que era dueño y él le prestó la
casa que perteneció al tío Loreto. Don Oscar con dificultad cambio a la casa,
la mercancía y los pocos muebles que tenía.
Y así, siguió en las mismas,
su mujer atendiendo el negocio y él buscando vetas por los cerros, hasta que un
día él y su familia extrañamente desaparecieron, como si se los hubiera tragado
la tierra.
La gente decía que se había
ido porque debía mucho dinero a sus proveedores al centro mercantil y a don
Rodolfo López, de Rosario Dgo. Pero la realidad nunca se supo. Hasta que 2 años
después el tío Enrique se encontró a Don Oscar en la misma ciudad de Torreón,
lo invitó unos tragos en una cantina y ahí Don Osear le comentó que gracias al
derrumbe de una barda por las lluvias, el había encontrado una tina con 37 kgs
de oro, motivo por lo cual se había ido a Torreón y con el dinero había
comprado una buena casa en una colonia exclusiva y además había comprado 8
autobuses de la flecha roja que ahora son los ómnibus de México.
¡¡¡¡¡¡ Esa si que es suerte!!!!!!.
DON NORBERTO MONÁRREZ ECHEVERRIA EN COMPAÑÍA DE SUS
HERMANOS EMILIO Y JUAN
QUE
TRABAJABAN MUCHO Y GANABAN POCO; EN UNA FUNDICION EN BILlBAO ESPAÑA
DECIDEN VENIRSE A MEXICO EN BUSCA DE MEJOR
FORTUNA.
Un buen día de 1837, don
Norberto Monárrez Echeverría, nació en España en la región de Bilbao; tenia
desde joven un sueño, el quería tener una mina propia costase lo que le
costase. Por sus lecturas, el sabia que 100 o 200 años antes los conquistadores
Españoles en México, habían sacado grandes riquezas de las minas de México.
Continuamente hablaba a sus
hermanos Juan y Emilio de esas historias, hasta que los convenció para que
juntos los tres, emigraran a México, a buscar fortuna en aquellas tierras.
Ahorrando un real hoy y una peseta después,
al fin juntaron lo suficiente para un buen día embarcarse en un barco con
destino a Cuba, y de ahí a Veracruz. Cuando llegaron se fueron inmediatamente a
la región de Pachuca donde había mucha actividad minera.
En esa región trabajaron
varios meses en la minería y en días o ratos libres, exploraban los cerros
vecinos en busca de algún yacimiento libre, para denunciarlo ante la oficina de
minería, pero lamentablemente no encontraron ninguno, por lo que decidieron
irse a Zacatecas, donde supieron que había una gran bonanza en las minas de
plata.
Ahí se repitió la historia
de Pachuca, pronto encontraron trabajo en las minas, y en su tiempo libre
buscaron y buscaron alguna veta que no hubiera sido denunciada, pero
nada... las vetas buenas ya tenían
dueño.
Pero en una ocasión en la
fonda, donde comía un hombre recién llegado de las minas de más al norte, de
Parral y Santa Bárbara; les contó que por esos lugares unos conocidos suyos
habían encontrado unas minas muy ricas en oro y plata.
Pasaron dos años en la
región de Parral sin que la suerte les sonriera por lo que decidieron probar
suerte en la región minera de Indé y Magistral del Oro Durango.
Tiempo después ya en
Magistral del Oro Dgo., siguieron buscando por los cerros aledaños y uno de
esos días, después de muchos meses, el buen Norberto encontró una cordillera
que mas bien se parecía a una barda, y el como siempre con su pica y su
cuchara, sacando muestras cada 2 metros, esperando en Dios y en su suerte sacar
alguna muestra de buen valor.
Como dije: un buen día,
explorando un área que se encuentra como a 4 Km. de Magistral y casi llegando a
sauces de cardona encontró un pedazo de veta que sobresalía del suelo, a la
cual la sometió a tentadura, y sorpresa le dio un buen porcentaje de oro por tonelada.
Y así nació la mina llamada "la Recompensa", (que todavía hasta
nuestros días da de comer a varias familias de la región"). El entendía
que ese lugar lo iba a sacar de pobre y decidió establecerse cerca de ahí. No conforme con eso Don Norberto Monárrez Echeverría, el
primer Monárrez en México, siguió explorando y así encontró varias minas más
como "las coloradas" que están en el cerro de sauces, y "santo
domingo" que está casi enfrente de nuestra querida mina "La Amarilla".