DON EUGENIO MONÁRREZ VA A CONSTRUIR EL FUERTE DE SAN ANTONIO

 

Don Eugenio Monárrez era hijo de don Norberto Monárrez Echeverría, contrajo matrimonio con doña Casimira Estrada y sus hijos fueron Miguel, Norberto, Lola, Tomasa y Pancha Monárrez Estrada.

 

Fue dueño de la mina de Santo Domingo y La Amarilla, esta era la herencia que le había dejado su padre Norberto Monárrez Echeverría. Construyó un floreciente negocio ubicado sobre el riachuelo de la cañada, a medía legua de distancia del poblado de Sauces de Cardona. Esa mañana todo el personal de las minas estaba en actividad, los mineros acarreaban en pequeños carros tirados por dos mulas cada uno, cargas de metal de alta ley de oro, los cuales llevaban hasta donde se encontraban 6 taunas accionadas por mulas, donde el metal era molido y lavado con agua del riachuelo y amalgamado con azogue, de esa manera los metalurgistas producían pesadas bolas de oro las cuales eran quemadas con brasas de carbón de encino. Una vez quemadas las bolas de oro, alcanzaban los 23 kilates de pureza.

 

A las 8:00 de la mañana el cocinero tocó la campana para que el primer turno de trabajadores se acercara a desayunar, sin que los trabajos mineros se interrumpieran, pero en eso un grito... un grito galvanizó a todos los presentes instantáneamente. ¡Apaches, Apaches, en el cerro de enfrente! Y efectivamente, un grupo de indios Apaches, montados en sus ágiles caballos, pasaban tranquilamente por una vereda como a 500 metros de donde estaba trabajando la gente de Don Eugenio.

 

Como en otras ocasiones habían sufrido ataques de los indios, toda la gente estaba lista para defenderse, y miraban a Don Eugenio esperando sus ordenes, pero como Don Eugenio vio que los Apaches iban en paz, al contrario de otras veces, que les disparaban con sus rifles y les tiraban flechas, ahora los dejo ir sin buscarles pleito, pero dentro de su cabeza comenzó a pensar que medidas era necesario tomar para evitar los riesgos, a la vida de sus trabajadores; y los riesgos para su negocio minero.

Al día siguiente, Don Eugenio auxiliado por un ayudante, comenzó a tomar medidas en la Ribera Norte del riachuelo de la Cañada. Midió un cuadrilátero de más o menos 200 metros de largo y unos 80 metros de ancho; dentro quedarían las 6 taunas donde molían el metal, así como un manantial que producía gran cantidad de agua limpia y clara.

 

Luego consiguió un maestro albañil con sus ayudantes y comenzaron a limpiar el terreno de matorrales y después se pusieron a fabricar adobes, cuando los mineros le preguntaron para que serian todos esos preparativos, les explicó que iba a construir un fuerte de gruesas y de altas paredes de cuando menos 8 metros de alto para protegerse de ataques de los indios Apaches.

Pronto comenzaron a elevarse las paredes del fuerte, que en sus cimientos tenían 2 metros de ancho y en la parte de arriba terminaban con anchura de un metro y tenían un corredor de madera con todo el ancho y largo donde estarían los centinelas, además de los corredores, también tenía  un torreón en cada esquina de donde se podía ver a gran distancia y así evitar que los agarraran de sorpresa.

 

 

 

 

Ocho  meses pasaron para terminarlo casi en su totalidad, y no fueron meses de paz pues en ese lapso de tiempo fueron atacados varias veces, pues los apaches al ver que el abuelo Eugenio construía lo que al paso de los años seria el fuerte de San  Antonio querían evitarlo a toda costa, lo que no sabían es que al buen Don Eugenio le sobraba valor y recursos para completar lo que había empezado.

 

 

Don Eugenio pensó en todo pues dentro del fuerte tenía todo lo que necesitaba, agua tierras para sembrar, establos, las taunas  y claro su casa y las casas de los trabajadores   con decirles que hasta una cantina tenía dentro. Y no era exagerado pues al estar construyendo el fuerte fueron atacados varias veces, en las cuales no pudieron ir por provisiones.  

 

Aun en estos días podemos encontrar casquillos  de 30-30 en esa zona (en la pared norte del fuerte) casi contándonos la historia de los enfrentamientos de mineros e indios, de Don Eugenio y  los Apaches.

 

En el pueblo de sauces de cardona hay muchas historias, que ya casi son leyendas y entre las mas mentadas está Don Eugenio y su fuerte de San Antonio. 

 

 

 

LA TIA LOLA TAMBIEN QUIERE CASARSE

 

Ella era hija de Don Eugenio Monárrez Estrada y de Doña Casimira Estrada, hermana de mi abuelo Don Norberto Monárrez Estrada y de Tomasa y Pancha Monárrez.

Una fría noche de otoño de 1896, había cierta agitación en la casa propiedad de Don Eugenio Monárrez y Doña Casimira Estrada; dicha casa estaba Ubicada  dentro del fuerte de san antonio, que quedaba a un cuarto de legua del poblado de los sauces.

 

Don eugenio y doña casimira habían convocado a una reunión de toda la familia, el motivo era que Lola  la hija mas bonita del matrimonio habia  anunciado su intención de contraer matrimonio con Belén Cázares, un joven maestro albañil residente del risueño pueblecito de los sauces. Este muchacho era muy trabajador y de vivir honesto, pero la familia de don Eugenio tenía  dos inconvenientes: el primero es que Belén era pobre, pues solo contaba con su trabajo para vivir, y por lo tanto consideraban que no era digno de emparentar con la rica familia de Lola; y en segundo lugar y peor aun, padecía una enfermedad crónica e incurable en aquellos tiempos. El muchacho era tísico, o en otras palabras, estaba tuberculoso.

 

En la discusión, toda la familia desaprobaba el propósito de Lola, pero esta, terca como una mula, defendía a su novio a capa y espada. Lola era una muchacha muy bella, morena apiñonada de ojos oscuros y cuerpo cimbreante, y que en esos momentos discutía con sus hermanas Francisca y Tomasa, alegando que si no le permitían casarse con Belén, se fugaría con El en la primera oportunidad, mientras su padre y su madre le advertían que de vivir junto a Belén pronto se contagiaría de la enfermedad y en unos cuantos años moriría.

 

Y a Lola no le importaba que Belén fuera tísico ni pobre, ella lo amaba demasiado y pensaba que esos detalles eran mínimos, ella lo que quería era estar unida a Belén y todo lo demás no le importaba.

 

En 1897 Dolores Monárrez y Belén Cazares se casaron y Lola se dió tiempo para darle varios hijos: Wilfredo, Ignacio y Tomasa. Pero no paso mucho tiempo cuando la pobre de Lola empezó a dar síntomas  de tuberculosis, empezó a enflacar, a toser. En cambio el buen Belén se empezó a poner mas robusto y cacheton. Don Eugenio y Doña Casimira al ver lo que pasaba a su hija, trataban de hacerla entrar en razón a Lola, diciéndole que dejara a Belén por su propio bien, pero le decían en vano , pues Lola como buena mujer de campo, quería y respetaba a su marido además que aceptaba su suerte.

 

Mientras pasaban los años, Lola seguía  enamorada de su hombre pero también seguía enferma, ya no se levantaba de su cama y su convalecencia venia acompañada de tos que además de que  se ponía peor cada día, venia acompañada de vómitos de sangre y dolor.

 

Doña Casimira viendo sufrir a su hija ya no decía nada, pues todo lo que ellos como padres hicieron por alejarla de Belén no había dado resultado, unos años después Lola murió de tuberculosis.

 

 

Se han de estar preguntando que paso con el buen Belén, pues el todavía siguió robusto y cacheton por un largo tiempo, le quedo vida para hacer el calicantre, la pila del huache y le construyo unas presas al abuelo Norberto allá en el rancho de Cardona.

 

 

 

 

 

 

 

DON NORBERTO MONÁRREZ  ESTRADA, ERA HIJO DE DON EUGENIO MONÁRREZ  Y DOÑA CASIMIRA ESTRADA

 

El contaba que había nacido el año en que murió el presidente Don Benito Juárez, tal vez en 1870, o en 1872. Se caso en 1898, con Doña Leonila Amaya con quien vivió hasta 1955, año en que murió. Sus hijos fueron Enrique, Lorenzo, Norberto, Jesús, Alfonso, Melitón, Benjamín y Natalia.

También era mi abuelo. A mi abuelo Norberto no le gustaban las minas, el decía que le parecían muy lóbregas; su fuerte eran las siembras, la crianza de ganado, en una palabra todo lo relacionado con el campo, y también le gustaba el comercio.

El era dueño de un rancho ubicado a dos leguas del pueblito de Los Sauces. Dicho rancho había formado parte de la Hacienda de los Piñera, y lo había comprado en 2000 pesos de plata en el año de 1901.

Mi abuelo era un hombre muy trabajador, era incansable y lo mismo sembraba, cultivaba y azadonaba sus siembras, cuidaba su ganado y todavía producía cal, que vendía a la compañía minera de Magistral que la utilizaba para beneficiar los metales.

Su hermano Don Miguel Monárrez, era el único ayudante permanente que ocupaba cuando yo tenía seis o siete años de edad, me levantaba temprano para almorzar con ellos, y para verlos partir al rancho.

Mi abuelo Norberto tenía un caballo que se llamaba el Cebruno, que cuando mi abuelo le ponía el pie en el estribo, salía volando en la dirección del rancho, y mi abuelo terminaba de montarlo cuando ya iba en plena carrera. Mi tío Miguel era un poco mas ñango para montar, tenía un caballo más manso y siempre cabalgaba detrás de su hermano; pero siempre era un gran espectáculo ver a los dos viejos cruzar el pueblo a todo galope con sus sombreros charros, de faena, bien asegurados con sus barboquejos.

 

Cuando era tiempo de secas o cuando pasaban la temporada de siembre mi abuelo Norberto se dedicaba  a trabajar la cal, en unos casos hechos por el, allá junto al cerro, casi llegando a cardona.

 

El no se distinguió  por tener fortuna alguna, ni siquiera le gustaban las minas, siempre fue una persona sencilla y cariñosa con sus hijos y nietos

 

Siempre era casi seguro que al llegar de cuidar a sus vacas o arar el campo se paraba en los huertos y recordando a sus nietos cortaba algunos higos, duraznos y si era temporada seca de perdida nos  traía  vainas de mezquite, pero nunca llegaba con las manos vacías.

 

El no era un hombre de armas o de peleas, nunca se encontró algún tesoro, ni encontró minas ni mucho meno peleo con los apaches, el solo vivía para su esposa, hijos, nietos y para su rancho………  

 

 

 

 

 

 

 

DON ENRIQUE MONÁRREZ  AMAYA

 

Ahora les voy a contar una parte de la historia de mi tío Enrique, era el hijo mayor del matrimonio que formaron mi abuelo Norberto Monárrez y Leonila Amaya. Mi tío Enrique nació con el siglo XX en el año de 1901, desde joven se intereso en la minería, pero también se intereso en la agricultura y la ganadería. Cuando tenía 18 años de edad tuvo un peligroso rival amoroso; nada mas que el famoso general Francisco Villa, pues Enrique tenía en los Sauces una bella novia de 17 años de edad, llamada Benita Arrieta.

Ella era hija de José Dolores Arrieta; el era un hombre humilde, pero muy trabajador y honesto, por lo que era muy respetado en el pueblo, y sucedió que en el año 1918, en un día cualquiera, apareció el General Villa, con una fuerza de 6000 hombres por el rumbo del cerro Carnero, según se supo después, el propósito del General Villa, era tomar por sorpresa el pueblo de Santa María  del Oro, y por lo pronto convirtió al pueblecito de Sauces de Cardona en cuartel de sus tropas, eligiendo la casa de mi abuelo Norberto para alojarse el y sus generales, entre ellos iba Nicolás Fernández, Lorenzo Avalos y el Coronel Juarrieta.

Pero el segundo día vio pasar a Benita, quien le gusto inmediatamente, y entonces dejo la casa de mi abuelo que era una casa amplia y grande, y se fue a la casa de José Dolores, a pesar de que esta era una casita pequeña; y enseguida comenzó su campaña para enamorar a Benita, quien le dijo al tío Enrique que Villa quería que se fuera con el, a mi tío no le calentaba ni el sol, y no sabia que hacer porque por un lado quería mucho a Benita pero por otro Villa le causaba mucho miedo, pues si le daba la gana podía matarlo o fusilarlo. Pero cuando comenzó el ataque a Santa María , el General Villa tuvo que dirigir a sus tropas, y aprovecharon para salir huyendo de Sauces, con rumbo a la sierra del Tarahumar y llegaron hasta el Rancho del Venado, donde tenía familiares Don José Dolores y ahí se quedaron. Después de tomar Santa María  perdiendo 800 hombres en el asalto, Villa llegó muy enojado a los Sauces, cuando vió que la palomita había volado se enojó mas todavía, pero en eso le avisaron que por el rumbo del Colorado, venía una pureza de las reservas sociales, al mando del Coronel Ismael Palma.

Entonces ordenó la retirada de sus tropas que ya estaban castigadas, y empezaron a pasar rumbo a Parral, las columnas de caballería y los carros hospital cargados de heridos y tirados por mulas, y no se volvió a ver a Villa por los Sauces, y como el tío no volvió a ver a Benita se consiguió una novia en Santa María del Oro llamada Consuelo Carrete, quien también era muy bella, ella fué mi tía pues mi tío Enrique se casó con ella unos años después.

Vivieron 30 años juntos hasta que Consuelo murió de tuberculosis en 1952.

Pero Benita por mas que quiso no escapó de su destino, pues 2 años después de que había escapado de Villa, sucedió que en 1920 Villa iba con su gente a Santiago Papasquiaro con 7000 hombres, para intentar tomarlo por asalto, pero en su ruta llego ¿A dónde creen? Pues al Rancho del Venado, cuando supo que ahí estaba, Benita ya no salió de la ranchería, donde se estuvo una semana de luna de miel, pero mientras tanto ya los espías del gobierno habían avisado que Pancho Villa estaba en el Venado con una división casi completa. Y una madrugada lo atacarona Villa por sorpresa, matándole más de 2,000 hombres pero el General Villa logró escapar con el resto de sus soldados.

Y como les había dicho en el año 1952, el tío Enrique se quedo viudo, ya sus hijos estaban grandes, por lo cual pensó conseguirse otra esposa, para pasar sus últimos años con ella.

Y tanto pensó que se acordó de Benita, por lo que anunció a todo Sauces que iría al Rancho del Venado a hablar con Benita, a ver si se arreglaba con ella para proponerle matrimonio; y a los pocos días preparo su viaje, y se fue a caballo rumbo a la sierra, a los cuatro o cinco días todavía no regresaba y la gente de los Sauces, se preguntaba inquieta que había pasado con Enrique y Benita, cuando mas tarde en ese día, llegó mi tío Enrique en su caballo, se fueron sobre El amigos y familiares, a preguntarle si se iba a casar con Benita, después de pensarlo un poco mi tío les respondió: ¡No ya esta muy vieja!.

 

 

 

 

 

 

 

HISTORIA DE DON GUADALUPE AMAYA

 

Don Guadalupe Amaya era suegro de mi abuelo Norberto Monárrez Estrada, era el padre de Leonila Amaya de Monárrez y también de Gualberto Amaya y Leonor Amaya, su hijo Gualberto con el tiempo llego a ser padre del General Juan Gualberto Amaya, quien fue gobernador de Durango en los años 20, Guadalupe Amaya siempre fue hombre valiente y sostenedor, lo que lo llevo en el año de 1899 a un enfrentamiento a balazos, con un enemigo ideológico, y eso sucedió de la siguiente manera:

Resulta que cuando Don Guadalupe era joven sucedió, que un ejército Francés invadió México, durante el gobierno del presidente Juárez, tratando de imponer por la fuerza, a un emperador extranjero para gobernar nuestro país, esto en nuestra historia fue la llamada Intervención Francesa.

El Presidente Juárez hizo un llamado a todos los mexicanos para combatir a los Franceses; y mi bisabuelo Guadalupe que entonces era un hombre joven se dio de alta en una guerrilla Juarista. Pero al mismo tiempo los Franceses organizaron tropas auxiliares de Mexicanos traidores, que combatía a favor del Emperador Maximiliano, a dichas tropas la gente le llamaban los Tulices.

Un mal mexicano oriundo de los Sauces, llamado Jesús Sierra, ingreso a los Tulices, y aunque el y mi abuelo Guadalupe, habían sido mas o menos amigos, por culpa de la guerra se hicieron enemigos. Al cabo de varios años de combatir duramente, los Patriotas del Presidente Juárez infligieron una tremenda derrota a los Imperialistas en la batalla de Querétaro; ahí según se supo resulto herido Jesús Sierra, el cual al casarse, se fue a vivir a Guanajuato, donde trabajo por mucho tiempo en las minas de Plata.

Ya habían pasado mas de 20 años de estos hechos, cuando a Jesús Sierra se le ocurrió hacer un viaje a visitar los Sauces, en el año de 1899, y ahí se encontró con Guadalupe Amaya, los dos se encontraron en una cantina, luego luego se hicieron de palabras y mientras Guadalupe tildaba de traidor Imperialista a Jesús Sierra, este a su vez lo llamaba maldito Liberal Juarista, ateo y ladrón de los bienes de Santa Iglesia (por lo de las leyes de Reforma), las personas que estaban en la cantina intervinieron y pararon el pleito por el momento, pero tanto mi bisabuelo como Jesús Sierra no quedaron conformes, siguieron tomándose sus sotoles pero viéndose muy feo, y cuando Sierra salio de la cantina y se dirigió a la casa donde estaba viviendo, Guadalupe salio tras de El, Sierra se metió a la casa, pero desde afuera Guadalupe lo retaba a darse de balazos.

Empezaron a dispararse pero pronto Jesús Sierra llevo la peor parte pues el bisabuelo Guadalupe le pego un tiro en el brazo derecho y Sierra ya no pudo disparar, lo que Guadalupe aprovecho para darle un tiro en la cabeza y así terminó el pleito.

A mi bisabuelo lo aprendió la cordada y se lo llevaron a Indé donde debido que se comprobó era un Liberal Patriota que había luchado contra los Franceses igualmente como el Presidente Porfirio Díaz no lo castigaron mucho, nada mas le dieron el Real de Indé por cárcel durante 2 años y cuando los cumplió pudo regresar a los Sauces.

 

 

 

 

 

 

 

 

LA MUERTE DE DON GUADALUPE AMAYA

 

El aire frio de la madrugada alborotó los cabellos blancos del anciano, mientras El trataba de quitarse del cuello la soga que lo apretaba y al mismo tiempo se oía un fuerte vozarrón que lo increpaba ¡Es la ultima vez que se lo digo Don Guadalupe, o retira sus palabras de que los Villistas somos unos rateros roba vacas, o de verdad lo ahorcamos!

Don Guadalupe Amaya, ranchero de los llanos del Norte de Durango, de 82 años de edad y de aspecto Aristocrático, miro enfurecido a Viviano Contreras, jefe de la Guerrilla Villista  que lo había apresado mientras dormía, Don Guadalupe dirigía una caravana de mulas cargadas de mercancía que iba rumbo a Sauces de Cardona, ya bien tarde había acampado a la orilla del rió Florido, cercano al poblado de la Haciendita, por lo que no sintieron llegar a los Villistas.

Se dirigió a Viviano con una voz ahogada por el cáñamo que le oprimía el cuello contestándole: Tu y tu gente son roba vacas, ya se comieron todas mis vacas sin dejarme nada para vivir y seguir trabajando, maldito sea el día que te encontré en el camino, cuando los Apaches mataron a tus padres y a ti te dejaron por muerto y acuérdate que yo te lleve a mi casa, yo te salvé la vida y te crié, y con esta soga me pagas.

Viviano Contreras miro algo arrepentido a su benefactor pues lo que había dicho era cierto. El era un chiquillo de 9 años de edad, medio muerto de hambre y herido de un rozon de bala disparada por los indios, al día siguiente del ataque paso Don Guadalupe por el camino, el lo llevó a su casa donde lo curaron y alimentaron, y donde duró mas de 10 años viviendo y trabajando como parte de la familia; y así hubiera seguido de no ser porque Viviano y Gualberto Amaya hijo se enamoraron de la misma muchacha y un día pelearon por ella y Gualberto lo venció completamente.

Días después Viviano se fue de la casa y no volvió a Sauces hasta que empezó la Revolución, y también era cierto lo que decía Guadalupe, la partida Villista que El comandaba se componía por 200 hombres en algunas ocasiones se juntaban hasta 300 y todos a caballo. Así que había que alimentarlos de alguna manera por lo que robaban vacas para comer, y también metían a la caballada a los sembrados.

Todos los rancheros los veían con enojo pero nadie decía nada, no más este viejo necio y hablador que cuando traía sus copas entre pecho y espalda y si lo llegaban a encontrar, siempre, siempre los insultaba:

¡Malditos Villistas roba vacas!

 

Y se han de imaginar que es lo que pasaba, pues le daban sus levantadas, lo colgaban de un árbol y le decían: Ande Don Guadalupe ya no nos diga roba vacas y lo bajamos, aunque siempre lo decían en vano, pues Don Guadalupe no cambiaba su modo de verlos.

 

Hasta que un día Viviano y sus hombres iban a recibir a un enviado del General Villa. Ya de regreso  que se topan a Don Guadalupe y que les dice: Hey Villistas Roba vacas, mas Viviano no decía nada, entonces les decía más fuerte, que no me oyeron Villistas Roba vacas ¡El enviado del General villa viendo a Viviano le dijo: Oiga ¿Que no oye lo que aquel viejo está diciendo, no va a hacer nada. Viviano?

Normalmente no habría hecho nada pero al ser reprochado por su compañero de armas mandó apresar a Don Guadalupe y darle su levantadita. Pero esta levantadita fue la última pues Don Guadalupe ya no pudo aguantar como las veces anteriores y ahí colgado murió.

 

 

Ahi lo dejaron varios días, hasta que su esposa e hijos y muchos del pueblo fueron por lo que quedaba de El y a pesar de los días que duró muerto y colgado, todavia se podia ver en su mano la señal de: ¡rateros! que les hacia a sus verdugos hasta el mismísimo momento de su muerte.... no es sorprendente que fue considerado un heéroe y martir por muchos del pueblo que desde hacía largo tiempo venían sufriendo los abusos de la partida Villista.

 

 

 

 

 

 

 

 

DON ADRIÁN AGUIRRE SE ENFRENTA A LOS BANDIDOS

 

Adrián Aguirre Muñiz era hijo de Don Cruz Aguirre y Doña María Muñiz de Aguirre, y también era hermano de mi madre María  y hermano de Bernardino, Roberto, Chon y Mel.

 

En la madrugada de un día crudo de invierno, de 1939, Adrián Aguirre entró al jardín de su casa donde se encontraba un barril lleno de agua, quebró el hielo que se había formado por el frío y echándose agua en la cabeza, pecho y brazos se bañó al estilo de los esquimales; secándose vigorosamente con una toalla, y subió a la cocina a tomarse una taza de café; todavía estaba obscura la mañana cuando salió trotando rumbo a su trabajo, tomó la calle Centenario hasta llegar enfrente del cine Alcázar, donde estaba un puesto, donde una señora llamada Pasita vendía menudo, Don Adrián ordenó un plato y después se apresuró a ponerle su cebolla picada oregano y chile y a darle sus respectivas sopladitas; y mientras estaba comiendo su plato de menudo observo que había mas clientes comiendo, casi todos eran conocidos, pero había dos que no los había visto jamás, observó el momento en que estos dos sujetos pagaron y se retiraron; unos minutos después de haber terminado de desayunar, el Tío Adrián se dirigió rumbo a la estación del ferrocarril, donde laboraba como jefe del departamento de Express, en esos tiempos todo el movimiento comercial de los Pueblos y Ciudades se hacia por medio del ferrocarril, por Express les llegaban a los bodegueros las naranjas, manzanas, piñas y todas las frutas que vendían en sus locales, también llegaban zapatos, ropas, cobijas, etc., en pocas palabras el ferrocarril era el principal medio de transporte de ese tiempo.

 

Cada comerciante que llegaba a retirar sus boletos de mercancía tenía  que pagarlos, por lo que siempre la gran caja fuerte de la oficina del Express mantenía una buena cantidad de dinero.

Ese día Don Adrián llego hasta la puerta de hierro de a oficina y sacando 2 llaves abrió los cerrojos, pero cuando estaba entrando a la oficina aparecieron los 2 hombres que había desconocido en el puesto de menudo, quienes lo encañonaron con sus pistolas calibre 45, llevándolo al interior de la oficina y con voz apresurada uno de ellos le dijo: ¡Abre la maldita caja fuerte o te tronamos!

 

Don Adrián muy obediente  se acerco a la caja fuerte, maldiciendo entre dientes, al abrir la caja se dejaron ver puros paquetes de billetes de los que si valían, no como los de ahora, los bandidos al ver tal fortuna apresuraron mas a Don Adrián, mas no sabían que mi padrino como buen Santabarbarino (por precavido) tenía  una escuadra 45 automática en la caja fuerte, ya lista para chorrear los 11 tiros. Los bandidos sin saber lo que les esperaba dieron un empujón a Don Adrián, y este al sentirlo dejo caer unos paquetes de billetes, todo paso tan rápido, los billetes cayeron, los bandidos se les quedaron viendo y Don Adrián les chorreo la escuadra, los bandidos cayeron fulminados casi inmediatamente, pero uno de ellos logro soltar 2 tiros, los que iban hacia Don Adrián, dándole uno en la clavícula y el otro en el brazo.

 

Don Adrián corrió con muy buena suerte, pues aunque quedo mal herido y durando casi 4 meses encamado, pudo seguir contando billetes por mucho tiempo……

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

CLARO Y PRUDENCIA CALCULAN SU HERENCIA

 

Claro y Prudencia eran hijos de Norberto Monárrez Echeverría, Prudencia era la hija mayor y Claro el hijo menor.

 

Platicaba Claro que cuando el tenía  15 años el vivía con Prudencia  en Magistral del Oro Durango allá por el año de 1855, El se dedicaba en ese tiempo a cuidar un puño de vacas que eran de su hermana, cierto día al atardecer cuando Claro llegaba del monte Prudencia su hermana le pidió que la acompañara a su recamara pues necesitaba enseñarle algo de su propiedad. Claro sin preguntar, acompaño a su hermana  hasta su habitación, ella cerro la puerta y le dijo: hermano te traje hasta  aquí solo para platicar sobre nuestra herencia la cual nos fue dejada por nuestro padre, que mucho me encargó que te la cuidara hasta tu mayoría de edad.

 

Claro tenía 15 años y aun era muy inocente, por lo tanto no entendía bien lo que su hermana estaba diciendo, en eso su hermana le pidió que dirigiera la vista  a 2 pequeñas mesas de centro en las que había dos pequeños montones de bolas de oro que hacían copete. Prudencia le preguntó a su hermanito: claro cual de los 2 montones quieres? Claro creyendo en su hermana le contesto: la que tu me dejes esta bien hermana, tu dame la que quieras. “No Claro, tu debes escoger la tuya recuerda que yo te la voy a cuidar hasta que seas mayor de edad”:

 

Paso un tiempo desde que Claro y Prudencia tuvieron esa conversación, y paso otro tiempo mas para que volvieran a tocar ese tema. Pero un día, Claro regresaba del monte como cualquier otro día, cuando llego a su casa se encontró con la noticia de que su hermana Prudencia estaba enferma, lo cual no era raro en esos tiempos, que eran unos años de tuberculosis, cánceres y silicosis, bueno como iba diciendo cuando Claro supo de que Prudencia estaba enferma inmediatamente se dirigió a sus aposentos de su hermana, donde ella se encontraba con la comadre y varias personas mas. Claro entró saludó y volteó a ver a su hermana, la pobre de Prudencia nada mas lo volteaba a ver y diciéndole con los ojos que quería hablar con El pero que no era el momento apropiado.

 

Cada día que Prudencia quería hablar con su hermano, había alguien que no los dejaba, a veces era el cura, o la comadre que daba la vuelta, solo para ver si Prudencia ya había muerto y así era todos los días, prudencia nunca pudo hablar con su hermano, nunca pudo susurrarle  en el oído donde estaba su dinero.

 

El dinero aun sigue por ahí enfrente de magistral, rumbo al norte eso decía Claro ya de viejo..